Fotografía José Albornoz
Un sonido negro
En 1933, Federico García Lorca desarrolla en una conferencia titulada Juego y teoría del Duende una serie de ideas en torno a la teoría estética y los procesos de creación artística, una sucesión de elementos y referencias sobre su manera de entender el duende. En uno de estos ejemplos, habla del cantaor Manuel Torre, del que dice que, mientras escuchaba el Nocturno del Generalife de Falla, sentenció: «Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende».
La exposición toma esa referencia del duende para abordar la memoria, el amor y la muerte a través de las vinculaciones entre la obra de Federico García Lorca y la producción escénica y cinematográfica de Celestino Coronado (Puebla de Sancho Pérez, Badajoz, 1944 - Londres, 2014), cineasta que mantuvo estrechas conexiones con la música, la literatura y el teatro en sus películas, la mayoría hoy, perdidas u olvidadas. Entre sus trabajos más destacados, se encuentra Duende. Poema fantástico para Federico García Lorca, un espectáculo desarrollado junto a la compañía del mítico actor y bailarín Lindsay Kemp, de la que Coronado era director asociado. Duende es un poema fantástico, una propuesta escénica en homenaje a Lorca que, lejos de ser un recorrido biográfico, explora de manera experimental la estética radical en su poesía a través de la mímica, la música y la potencia visual que caracteriza a la compañía de Kemp.
Duende. Poema fantástico para Federico García Lorca supone una de las obras más atormentadas de la Lindsay Kemp Company, una ensoñación simbólica del universo lorquiano donde la potencia del gesto y la palabra, unida a la música del compositor chileno Carlos Miranda (Chile, 1945 - El Valle, Granada, 2016) hacía relucir el imaginario del poeta. Tras su estreno en 1980 en Roma, el crítico Tomasso Chiaretti diría: «Duende es el homenaje más original y espectacular que jamás se haya presentado de García Lorca [...] una tragedia más antigua, una tragedia de la que proceden Góngora y Goya». Una tragedia antigua, de raíces profundas, ese sonido negro atravesado por el duende, ese lugar de creación donde, diría Lorca: «Hay una barandilla de flores de salitre, donde se asoma un pueblo de contempladores de la muerte.»
A partir de esta idea del duende, Un sonido negro plantea maneras de hacer memoria a través de imágenes y relatos que parpadean en las sombras: la herencia, las raíces y los ecos del pasado que aún resuenan en el presente.
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